- 11/05/2020. Colaboración con el Diario ABC Bienestar. Tecnoestrés: es posible que lo sufras y no te hayas dado cuenta.
Las dificultades con las tecnologías o el uso excesivo de estas puede hacer que sintamos fatiga, ansiedad o incluso adicción.
Aunque no le pongamos nombre, la sensación nos es familiar: el agobio que sentimos cuando tenemos varios whatsapps acumulados y debemos contestarlos; la sensación de que lo único que hacemos con nuestro día es perderlo en las redes sociales o la fatiga que experimentamos cuando la bandeja de entrada de nuestro correo, por mucho que contestemos a los emails, no aminora.
Hablamos del tecnoestrés, término que aparece por primera vez en el libro en el año 1984 y se define como una «enfermedad de adaptación» causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías de manera saludable. Acercándolo más a nuestro día a día, el concepto de tecnoestrés se refiere a la sensaciones negativas que podemos sentir cuando se produce un desajuste entre lo que nos demanda la tecnología y nuestros recursos y capacidades.
Celestino González Fernández, psicólogo general sanitario, cuya línea de investigación esta centrada en este tecnoestrés, explica que no hay una sola tipología del fenómeno. «Algunos «tipos» de tecnoestrés pueden aparecer por un uso excesivo y negativo de las tecnologías y otros por defecto, es decir, por una adicción», explica el experto.
Fatiga y ansiedad
Dentro de estas tipologías encontramos la tecnoansiedad, que se da cuando una persona experimenta tensión y malestar por el uso de un aparto tecnológico o por la idea de tener que utilizarlo. «También se pueden experimentar pensamientos negativos sobre la propia capacidad con la tecnología; se focaliza en la dimensión afectiva de miedo y ansiedad», explica el psicólogo.
Por otro lado, podemos experimentar tecnofatiga, que se caracteriza «por sentimientos de cansancio y agotamiento mental y cognitivo debidos al uso de tecnologías» y de la cual, comenta Celestino González Fernández, «se puede destacar sus consecuencias en el desgaste físico y emocional». Pone como ejemplo una situación muy común: al empezar nuestra jornada laboral debemos contestar infinidad de emails; comienzan las llamadas y poco a poco se acumulan las cosas, sin que la carga de trabajo disminuya. «Al final nos sentimos fatigados, superados por la tecnología», apunta.
Destaca un tipo específico de tecnofatiga muy común en nuestro tiempo, el denominado «síndrome de la fatiga informativa»: nos sobrecargamos de información al utilizar las redes sociales y terminamos agobiados por esta «infoxicación».
La «adicción sin sustancias»
Por último, el psicólogo habla de la tecnoadicción, un tipo de tecnoestrés derivado de «la incontrolable compulsión a utilizar las tecnologías en todo momento y lugar», así como «utilizarlas durante largos períodos de tiempo». De este fenómeno nace el termino de tecnoadictos, referido a las personas que quieren estar al día de los últimos avances tecnológicos y acaban siendo «dependientes». «La tecnología termina siendo el eje sobre el cual se estructuran sus vidas», afirma el psicólogo.
Habla entonces de la denominada «adicción sin sustancia», y explica que el uso elevado de redes sociales, dispositivos móviles y ordenadores produce una adicción, ya que activa circuitos cerebrales similares a cuando se consume una «sustancia», así como potencia la liberación de dopamina.
Consejos para combatir el tecnoestrés
Es fácil reconocernos en alguno de los tipos de tecnoestrés. Todos, en algún momento u otro hemos experimentado esa fatiga, esa ansiedad o incluso esa adiccion. Por ello, es importante implementar un decálogo de buenas prácticas y hábitos en nuestro día a día, con el fin de tomar el control en lo que se refiere a nuestra relación con la tecnología.
El psicólogo Celestino González Fernández da cuatro consejos básicos. En primer lugar, recomienda definir horarios específicos para el uso de la tecnología, de manera que esta no interfiera en otras áreas o personas. También, considera importante dejar los «aparatos» en casa y salir a la calle: «Muévete, pasea, queda con amigos; las actividades al aire libre son esenciales», dice. Asimismo, recomienda incluir en la rutina «prácticas meditativas y relajantes, y hace hincapie en el mindfulness, que nos ayuda a focalizar nuestra atención en el aquí y ahora. Por último, aconseja «buscar períodos de desintoxicación digital»: unas horas, un día, el fin de semana, una semana, poco a poco nos podemos dar cuenta que, por ejemplo, nuestro móvil no es tan importante como parece.
«Puedes ponerte una prueba: todos los días, al llegar a casa, deja el móvil en la entrada. De esta manera le quitas poder de atracción. Cada vez que quieras revisar si tienes nuevas notificaciones o echar un vistazo a las redes sociales serás consciente de ello –al tener que moverte– y podrás parar el impulso», relata.
Por último, el psicólogo vuelve a la idea de tomar consciencia del uso que realizamos de las tecnologías. «Si empezamos a fijarnos, podremos determinar si sentimos tecnoestrés o no, y si es así, si es por defecto o por exceso de eso. De esta manera podemos establecer una relación más saludable y amigable con la tecnología», apunta y concluye: «La tecnología no debe dirigir tu vida, debes ser tú quién guíe la relación con esta de manera saludable, para que no afecte tu bienestar físico y mental».