El Doctor(c) en Psicología Clínica y docente en Eserp Celestino González-Fernández estuvo en en la escuela ofreciendo una charla al alumnado del Grado en Educación Infantil, del Grado en Criminología y del Doble Grado en Derecho y Criminología sobre el duelo y la pedagogía de la muerte en la infancia. Con él hablamos para profundizar en un tema que “es tabú en nuestra sociedad”.
– Para comenzar, ¿qué es la pedagogía de la muerte?
La pedagogía de la muerte podría entenderse como la formación y enseñanza de conceptos y contenidos didácticos sobre la muerte, así como su integración y normalización en el contexto educativo y para todos sus integrantes (sea el profesorado, familias, orientadores/as y a alumnado, cada uno a su nivel y responsabilidad).
De esta forma, se complementa el desarrollo integral de las personas como componentes de la sociedad donde se producen procesos de duelo y muerte de manera continuada y generacional entendiendo estos procesos ligados a nuestra evolución y condición humana.
– ¿Cómo se educa en la muerte en educación infantil?
Será primordial la comprensión y expresión del duelo según la edad y el desarrollo evolutivo de cada niño/a, en este caso en el ciclo de educación infantil (hasta los 6 años). Hay elementos fundamentales que intervienen en la comprensión de la muerte y que van a ir cambiando con la edad y se debe transmitir y enseñar de manera adaptada a este tipo de alumnado. Paulatinamente deberán integrar por ejemplo que la muerte es: universal (la muerte afecta a todos los seres vivos); irreversible (tras la muerte no se vuelve a vivir); no funciona (tras la muerte el cuerpo deja de funcionar); es incontrolable (la muerte no depende de nuestros pensamientos); y final de la vida (tras la muerte no sabemos qué pasa, existe un gran misterio sobre la continuidad o no de otra forma de vida).
– ¿Cómo entienden la muerte según la edad (primer ciclo de educación infantil, segundo ciclo de educación infantil, etc.)?
Diferenciando cada ciclo educativo podría destacar:
Hasta los seis años.
- No entienden la idea de universalidad de la muerte. Creen que ellas y ellos y sus seres queridos vivirán siempre.
- Carecen del concepto de irreversibilidad: No existe el concepto de “para siempre”. En la infancia se cree que la muerte puede ser interrumpida igual que el sueño.
- Creen que el cuerpo de la persona fallecida, de alguna manera, sigue funcionando, que puede sentir frío o calor, que puede oír, hablar.
- Predomina el pensamiento mágico: el niño o la niña puede creer que una discusión o una conducta por la que se le recriminó ha podido ser la causante de la muerte del ser querido. Del mismo modo puede pensar que deseándolo, puede hacer que su familiar regrese de la muerte.
- El pensamiento mágico es determinante de los sentimientos de culpa que pueden generarse, bien porque el niño o la niña piense que no ha hecho lo suficiente para que su ser querido vuelva a la vida o bien por haber causado tanto daño al difunto con su conducta en vida, que haya podido causarle la muerte.
- A esta edad no consiguen imaginar que antes de nacer no estaban, no existían y que luego, cuando mueran, no estarán.
- La muerte se relaciona con la vejez y la enfermedad.
- Se activan y actualizan antiguos temores. Tienen miedo de acostarse, de la oscuridad o de quedarse en soledad. Sienten la angustia de la separación, les cuesta mucho separarse de sus seres queridos, temen que se produzcan otras muertes.
- A esta edad, la población infantil tiene una enorme curiosidad y hace muchas preguntas.
- La idea de omnipotencia de las personas adultas queda quebrada.
A partir de los seis años.
- Comienzan a cuestionarse si la muerte de otros o la suya propia es posible, aunque no será hasta más adelante, según algunos autores hasta los 11 o 12 años, cuando se produce una verdadera aceptación de la propia muerte y la de los otros. Como consecuencia de esto aparecen los temores a perder su propia vida y la de sus seres queridos.
- A partir de los 7 años ya comienzan a tener claro el concepto de que tras la muerte, el cuerpo ya no funciona y que la muerte es irreversible.
- Desaparece el pensamiento mágico. La comprensión de que sus pensamientos no son los causantes de la muerte o el regreso de alguien fallecido no se produce hasta la edad de 6 a 7 años, aproximadamente.
- Sigue manteniéndose a estas edades una enorme curiosidad, una necesidad de razonarlo todo, de buscar explicaciones a todo lo que sucede.
- El grupo de amistades es fundamental y tienen miedo de que el hecho de la muerte de un familiar cercano haga que sus amistades les vean como diferentes.
En la adolescencia.
- La comprensión de la muerte y la elaboración del duelo es similar a la de una persona adulta y también lo son sus reacciones, si bien las emociones las viven más intensamente.
- Tienen un gran interés por lo que sucede tras la muerte, si hay o no vida tras ella…
- La adolescencia es una etapa de cambio y transición hacia la independencia del mundo adulto por lo que en la relación con sus padres y de culpabilidad si ocurre la muerte de uno de los progenitores o personas cercanas.
- Son conscientes de su propia muerte y pueden fantasear con ella, e incluso puede aparecer la idea del suicidio como una salida a su sufrimiento o a los problemas ocasionados por la pérdida.
- Es frecuente que no quieran compartir con las personas adultas las emociones derivadas de la pérdida, por considerar que no necesitan de los demás o por no querer mostrarse vulnerables ante ellos.
- No quieren ser diferentes de sus iguales. Temen que, si tras la pérdida de un ser querido expresan su dolor, se interprete como un signo de debilidad o no vayan a ser comprendidos por sus compañeros.
- Este tipo de situaciones pueden suponer que el o la adolescente renuncie a vivir su propio duelo.
- Después del fallecimiento tenderá a ensalzar las cualidades del ser querido fallecido, olvidándose de otros aspectos no tan agradables o más conflictivos, que poco antes de la muerte constituían la base de una crítica intensa.
- Se pueden sentir presionados para comportarse como personas adultas.
– ¿Qué perspectiva pedagógica sobre la muerte predomina en el sistema educativo del nivel primario de nuestro país?
Existe algún proyecto e iniciativas que pretenden ayudar a superar la mirada parcial de la educación y generar una pedagogía más consciente, afrontando un reto que la propia sociedad nos plantea: cómo tratar el tema de la muerte desde la educación.
Entre los objetivos que se pueden plantear estaría tratar de determinar la presencia de la muerte en el contexto curricular español y en las recomendaciones de organizaciones internacionales. Conocer las concepciones implícitas y explícitas de comunidades de centros de infantil, primaria, secundaria y educación especial sobre la inclusión de la muerte en la educación. Comprender la transformación de centros que puedan desarrollar, innovar, diseñar recursos e investigar de forma autónoma en el ámbito de la Pedagogía de la Muerte.
Hay propuestas e investigación interesante aunque todavía queda concienciación sobre la pedagogía de la muerte, tan presente en la sociedad y que esta en camino de normalizar y naturalizar su enseñanza en nuestro sistema educativo en igual medida que la educación y gestión emocional.
– ¿Crees que una de las asignaturas pendientes del sistema educativo español es impartir materias que incluya la conciencia de la finitud de la vida?
Sin duda, no lo veo como una opción sino como una materia básica en el sistema educativo español. La muerte, es un tabú en nuestra sociedad. Morir es una condición humana y existe en todas las culturas. Desafortunadamente se ha tendido ha ignorar y ocultar la muerte, convirtiéndolo en un tema tabú y en gran medida hacia los/as más jóvenes.
Es necesario tener en cuenta que la muerte es un fenómeno de las estaciones de la vida humana, estando presente en todos nosotros: sano y enfermos, jóvenes y viejos. La muerte es un tema muy difícil de manejar por los prejuicios y actitudes culturales pero su evitación y ocultación en las primeras etapas vitales y sistema educativo no ayuda a normalizar y aceptar la vida unida a la muerte, creando en ocasiones duelos traumáticos y personas con deficiente gestión emocional.
– En este sentido, ¿los cuentos pueden ser un instrumento pedagógico útil o provechoso para trabajar de manera preventiva el tema de la muerte?
Los cuentos son un instrumento pedagógico de gran valor por su carácter simbólico y en el caso del tema de la muerte y duelo de gran valor terapéutico donde pueden ayudar a procesar emociones bloqueadas y reprimidas al niño/a y construir su propia historia y discurso.
Leer cuentos que aborden de manera indirecta la pérdida y la muerte. Se trata de leerlos junto con la niña o el niño y hablar de cómo se siente una vez acabado el cuento. Existen en la literatura infantil numerosas obras que tratan el duelo en la infancia. Hay cuentos específicamente para cada duelo y también los hay que tratan las pérdidas en general. Ofrecen además un espacio de comunicación y formas de elaborar el duelo. Las historias y aventuras generan, en primera instancia, motivación e interés en los niños/as y a la vez, tratan los temas de forma indirecta. Permiten abordar ciertos asuntos de una forma mucho más relajada y en la se les invita a reflexionar.
Las narraciones son un momento de encuentro, pero además permiten al niño/a crear y recrear esa u otra historia, incluso la propia. En ellas encuentra descritos los problemas que le afligen, descubre soluciones en las que no había pensado, ve reflejados sus temores, sus emociones y se identifica con los personajes. De esta forma, enriquece su mundo y su creatividad. En líneas generales, deben adaptarse a la edad del niño/a, tener la extensión adecuada, un lenguaje sencillo, un mensaje claro y, por supuesto, personajes y situaciones cotidianas que atraigan su atención, que pueda comprender fácilmente y les sean familiares: miedo a la oscuridad, a perderse, a hacerse daño, a la muerte… Los niños/as, desde muy pequeños, desarrollan un pensamiento simbólico junto al lenguaje verbal, lo que los conduce a la asimilación de la realidad. Solo con una imagen, dibujo, objeto, letra, frase u otro símbolo, son capaces de crear significados de fuerza. En el viaje de inicio, desarrollo y desenlace de un cuento, las metáforas también enriquecen y proponen desafíos.
– Por desgracia, muchas veces los maestros han tenido que enfrentarse a uno de los desenlaces más duros por los que nadie quiere pasar, pero sí ocurre y hay que saber cómo gestionarlo. ¿Cómo trabajar la muerte de un alumno en el aula?
Entre algunas propuestas interesantes estarían los siguientes materiales de ayuda.
Materiales para madres y padres:
- Mirar fotos del álbum familiar.
- Hacer una caja de recuerdos
- Dibujar con pintura de dedos u otros materiales, sus sentimientos.
- Visitar el cementerio o un lugar donde estén las cenizas.
- Leer cuentos que aborden este tema.
Materiales para el profesorado. El profesorado:
Actividades didácticas de carácter general:
- Brainstorming o “lluvia de ideas sobre el proceso de pérdida, vida y muerte”.
- Técnicas narrativas (aconsejable a partir de 12 años): Carta de despedida, carta a una emoción, diario y narrativa de identidad.
- Trabajo con poemas y canciones. Metáforas. Valores. Materiales fáciles de manipular.
- Títeres o muñecos.
Actividades didácticas de carácter específico:
- Literatura. El cuento “Yo siempre te querré”. Edad aconsejada: de 3 a 8 años.
- Filosofía.
- Cine (adaptado según la etapa evolutiva).
- Música (escuchar canciones temáticas o tocar instrumento como forma de expresión).